Gritaría mil perdones al mundo aunque no sirvieran de nada, aunque el daño ya estuviese hecho, aunque el error estuviese cometido. Volvería atrás dejando el egoísmo en el camino y la necesidad de cariño en alguna bifurcación distante de la realidad. Me sacaría el cerebro y pediría que me lo cambiasen por el mero hecho de no pensar lo que pienso como lo pienso, si no como lo intento pensar. Cambiaría venas y arterias por un gramo de razón para entender que mi vida es mía, y la vuestra es vuestra y en aquello el mi no pinta nada. Me cortaría las manos para dejar mas distancia entre aquello y yo, y os las daría para que entre aquello estuvieseis mas cerca. Rompería el Big Ben para daros su tiempo aunque el resto del mundo se quedara quieto, inerte, como la piedra; mientras yo, quizás os miro desde arriba sonriendo porque el amor una vez vino a mi y ahora lo veo en otros ojos. Tiraría todo mi orgullo por la borda y todo mi prejuicio por la azotea, yendo a parar al camino del principio, al camino del que me desprendí algún día, o del que me desprenderé quién sabe cuándo.
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